El año marca el centenario del nacimiento de Ingmar Bergman (14 de julio de 1918, Upsala, Suecia), el gran maestro del cine mundial, personalidad clave para entender la cinematografía de la segunda mitad del siglo XX. Un autor que ha dejado una huella indeleble en la historia y es una referencia obligada para los estudiosos y amantes del arte cinematográfico.
Fue director de teatro y escritor, pero no cabe duda que su obra cinematográfica es una impresionante experiencia estética. Es considerado un cineasta imprescindible y algunas de sus películas en particular, también, como las que se incluyen en la “Sección Filmoteca” del 22 Festival de Cine de Lima: “Un verano con Mónica” (Sommaren med Monika, 1953), “Las fresas salvajes” (Smultronstället, 1957), “Sonata de otoño” (Höstsonaten, 1978) y “Fanny y Alexander” (Fanny och Alexander, 1983).
Desde su primer guión, Bergman se sirvió del cine como medio de expresión personal, se ocupó directamente de lo que importaba, de los grandes temas que lo obsesionaban: el amor, la muerte, Dios… Pero, por otro lado, también quiso ser simplemente un artesano, un hombre que utilizaba su arte para estar, al menos, más cerca de cierta trascendencia.
Bergman se hace preguntas en sus filmes y no deja respiro al espectador. No son películas fáciles, pero desde luego, son obras de arte necesarias, esenciales, no sólo para conocer la cultura del siglo XX sino para entender mejor la condición humana, para aprender de nuestros sueños, deseos y temores, y para tomar conciencia de nuestra situación de simples mortales.
Bergman murió el 30 de julio de 2007 en Faro, Suecia, a los ochenta y nueve años, y sus obras sólo han crecido y madurado con los años. El mundo de Ingmar Bergman sigue abierto y contiene a multitudes. Todos son bienvenidos.