1968 quedó marcado en la historia del siglo XX, por imprimir un antes y un después a nivel social y político a escala mundial: en Francia se producen las revueltas estudiantiles, Mao consolidaba su poder gracias a la Revolución Cultural en China, en México el movimiento estudiantil es reprimido provocando la masacre de Tlatelolco, en los Estados Unidos los hippies fortalecen su protesta contra la absurda guerra de Vietnam.

En medio de este panorama se producen dos de los más notables filmes de ciencia-ficción que nos ha legado la historia del cine, “2001: Odisea en el espacio” (2001: A Space Odissey de Stanley Kubrick) y “El planeta de los simios” (Planet of the Apes de Franklin J.Schaffner), dos obras que sentaron las bases de un género que nunca volvería a ser el mismo.

“El bebe de Rosemary”, forma parte de lo mejor que ha dado el cine de terror contemporáneo y que se benefició de esa ola de genialidad de finales de los sesenta. Su estreno fue un éxito mundial y la película se convirtió en un clásico instantáneo. Una obra genial, sutil, enfermiza y ambigua, cuenta con uno de los mejores finales de todos los tiempos.