Ronald Portocarrero (1946 – 2018)
El itinerario de Ronald Portocarrero no pasó desapercibido para el cine peruano. Fue un hombre múltiple y proteico detrás de cámaras, un cinéfilo apasionado capaz de animar cualquier conversación sobre cine —tanto en las trastiendas de los sets de grabación como en los cafés universitarios que tanto promovió—. También, por supuesto, amigo incondicional y maestro entrañable. Pero fue, sobre todo, uno de los mejores cronistas sobre cine en el Perú, sino el mejor.
Arequipeño de nacimiento, Ronald empezó su carrera en el cine profesional como asistente de Armando Robles Godoy, en la realización de “La muralla verde” (1970), una de las películas más importantes —por envergadura de producción tanto como artística— en la historia del cine peruano.
Luego de su experiencia en “La muralla verde”, Ronald realizaría una carrera como cortometrajista, sobre todo en el campo del documental. Además, como prueba de su amor por la imagen fílmica —que iba más allá de cualquier cinefilia distante o meramente erudita—, aparecería como actor de papeles cortos o breves cameos. Su última y fulgurante aparición fue en “Pasajeros” (2008), de Andrés Cotler.
En sus últimos años, Ronald no cesó en sus esfuerzos por contagiar su pasión. En ese sentido es muy recordado su paso por la Escuela de Literatura de la Universidad Nacional Federico Villarreal. En esa casa de estudios también fue animador del cine club de la Facultad de Humanidades, así como del taller de poesía universitario, y de un grupo de teatro. También enseñó en la Universidad de Lima, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, el Instituto Pedagógico Nacional-Monterrico, la Universidad Privada Antenor Orrego de Trujillo, la Universidad de Piura, o la Universidad San Luis de Argentina, entre otras.
Como decíamos líneas arriba, su talento mayor estuvo relacionado con la palabra. No por casualidad llegó a publicar un poemario, “Contra el tiempo” (UNFV, 2001). Sus crónicas sobre cine –y, algunas veces, sobre literatura, el otro arte que más lo deslumbró— aparecieron en la mítica revista Oiga, y, más tarde, en los diarios Cambio y Uno.
Precisamente, es la compilación de sus crónicas y entrevistas sobre cine, las que formaron el volumen titulado “Crónicas de cine, amor y otras ficciones” (Sinco Editores, 2016), su obra maestra. Se trata de un libro fundamental tanto por la belleza y profundidad de sus ensayos y crónicas —dedicados a películas, directores, actores y actrices, o a simples experiencias cinéfilas—, como por sus invaluables testimonios sobre algunos episodios de la historia del cine peruano y latinoamericano. Entre algunos hallazgos, puede citarse, por ejemplo, su memorable entrevista a Dennis Hopper, en torno a su mítica película “The Last Movie”, filmada a inicios de los años setenta en Chincheros, Cusco.
Finalmente, no quisiéramos dejar de mencionar la extraordinaria participación de Ronald como panelista en varios “Diálogos con Cineastas” del Festival de Lima, y como entrevistador de cineastas invitados. Su presencia inquieta y aguda, lúcida y tierna, así como su vasta cultura, sumada a su devoción por el arte de las imágenes en movimiento, llenan algunas de las mejores páginas de nuestra historia cinéfila.
Sebastián Pimentel