Desde que la conozco, toda una vida en el teatro y fuera de él, siempre he admirado su capacidad para apostar por los sueños más aparentemente imposibles (una palabra que definitivamente no forma parte de su vocabulario) y realizarlos a cabalidad, aun superando lo imaginable. Su pasión, su capacidad de ser realista sin dejar de ser visionaria, su lucidez, su franqueza, su compromiso indesmayable, hacen de ella un referente obligado de la cultura de nuestro país y una inspiración para el futuro. Su labor durante todos estos años en el Centro Cultural de la PUCP, de la cual el Festival de Cine de Lima es una muestra fundamental, aunque ciertamente no la única, lo prueba con creces. Quien trabaja con ella tiene siempre al lado a una aliada, a una interlocutora exigente y perfeccionista sin dejar de ser nunca cercana y estimulante. E indudablemente, lo sé por experiencia propia, a su lado, impulsado por su fuerza y su fe en la posibilidad transformadora de la creación artística, uno da siempre lo mejor de sí. Como su amigo y compañero de ruta de todos estos años, me siento honrado de poder testimoniarle el agradecimiento y aplauso de tantas personas e instituciones que han tenido el privilegio de conocerla y compartir con ella la apuesta por crear un país mejor. Gracias infinitas, querida Alicia Morales.
Alberto Isola