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Un cine que nos conecta: Manco Capac y Samichay, en busca de la felicidad

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31 películas. Entre ellas, encontramos películas peruanas que desarrollan ficciones poderosas y enriquecedoras. Un cine que nos conecta a múltiples miradas sobre el Perú. Durante el 24 Festival de Cine de Lima PUCP, tenemos la oportunidad de disfrutar de películas peruanas que exploran las calles de Puno y el paso de los Andes a la urbanización, y desarrollan elementos que forman parte de todo el espectro del país.

Lo encontramos desde el plano con el que comienza Manco Capac, película dirigida por Henry Vallejo Torres, y que participa de la Competencia Ficción. Mientras la ventana del micro refleja las calles de Puno, conocemos a Elisbán, quien minutos después ingresará a este espacio desconocido. Sin techo bajo el cual dormir, comida que escasea y sin dinero para subsistir, Elisbán encuentra formas de sobrevivir dentro de una ciudad donde prima la indiferencia, en donde las fracturas de aquel sistema constantemente se vuelve en obstáculos.

Presenciamos la mirada de un sobreviviente, quien no se retuerce frente a la falta de apoyo, quien no se humilla ante las circunstancias ni se deja humillar por los demás. Dentro de espacios cargados de rechazo, Elisbán constantemente encuentra formas de seguir el día a día, y la cámara lo acompaña, y nunca intenta posicionarlo de manera miserabilista. Es la historia de un joven solitario que transita por calles pobladas, en plena celebración de la Fiesta de la Candelaria. Una historia sobre una persona que sobrelleva y conquista aquellas calles ajenas, y que concluye dándole justicia a su título.

También encontramos una mirada interesante desde las primeras secuencias de Samichay, en busca de la felicidad, película dirigida por Mauricio Franco Tosso, que también forma parte de la Competencia Ficción. Vemos el viaje que Celestino, un ermitaño campesino, tendrá que hacer con su vaca Samichay, bajando desde las desoladas montañas de donde viven, para trasladarse hacia el terreno hostil de la urbanización. Una mirada a aquel inevitable viaje, a los cambios humanos que se producen, y a la propia voracidad de lo urbano hacia lo rural.

Una propuesta monocromática baña a los Andes de un contemplativo blanco y negro, donde se resaltan las texturas de las montañas, y el espacio y el contraste terminan absorbiendo a Celestino y a Samichay. La cámara explora todo el esplendor del panorama, mediante grandes encuadres o largos paneos circulares, pero evitando convertirla en un paisaje de aquellos presentes en una postal; y en su lugar, convierte a los Andes en un acompañante más en este lento transitar hacia lo urbano. 

Dos grandes películas peruanas con las que podrán conectar durante el Festival. Historias que dan pie a múltiples interpretaciones, y que pueden disfrutar hasta el 30 de agosto en todo el Perú.

Paulo Corrêa

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