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Laurent Cantet

Una vez, Jean Siméon Chardin – el célebre pintor francés del siglo XVIII –, reaccionó indignado ante una crítica que se le hizo sobre su particular uso del color, y exclamó:

“¿Quién le ha dicho que uno pinta con colores? Uno hace uso del color, pero pinta con las emociones.”

Tengo la sensación que – tres siglos después –, Laurent Cantet (Francia, 1961), uno de los cineastas más importantes de nuestro tiempo, respondería algo similar si osáramos criticar su uso de la técnica cinematográfica.

Cantet hace uso de la cámara, pero filma con las emociones.

La carrera de Cantet se inició en cortometrajes que, tras su paso por el circuito de festivales, despertaron el interés de la televisión por encargarle su primer telefilm, “Les Sanguinaires” (1998), presentada en el Festival de Venecia pero jamás estrenada en salas comerciales, y que hoy se ha convertido en una obra de culto. Su segundo largometraje, “Recursos humanos” (1999), estaba condenado al mismo destino; sin embargo, el éxito que obtuvo en festivales como San Sebastián y BAFICI, convenció a los productores de estrenarla en salas de cine y consolidar la carrera del director.

En el año 2001 llegaría “El empleo del tiempo”, que considero, personalmente, su primera obra maestra. Estrenada en el Festival de Venecia, es una película imprescindible, en la que Cantet logra imprimir su visión particular del mundo. Y siete años después, vendría su segunda obra maestra, “La Clase” (2008), que gana la Palma de Oro en el Festival de Cannes y lo consagra internacionalmente.

La retrospectiva que presenta este año el 25 Festival de Cine de Lima PUCP se completa con “Regreso a Itaca” (2014), una película filmada íntegramente en Cuba y en castellano, que Cantet escribió junto al laureado novelista Leonardo Padura. “Regreso a Itaca” cobra especial vigencia hoy, al ofrecer un retrato del problema cubano desde múltiples puntos de vista.

En un encuentro fomentado por la Cinefondation del Festival de Cannes, allá por el año 2005, Cantet nos confesó a un grupo de cineastas que le gustaría ubicarse en la tradición cinematográfica de dos de sus ídolos: Roberto Rossellini y Maurice Pialat. Y que probablemente la película que más lo marcó, y de la cual recuerda cada encuadre, es “Mes Petites Amoureuses” (1974) de Jean Eustache. En esta tradición, las películas de Cantet responden al dilema de personajes ordinarios, en permanente conflicto consigo mismos y con su entorno más íntimo, sea su familia o su comunidad. Cantet busca registrar lo esencial, con una simplicidad y una moderación extraordinarias. Un cine en el cual no hay lugar para lo decorativo ni lo excesivo. Sin grandes movimientos técnicos ni virtuosismos formales. Y siempre revistiendo de dignidad y humanidad a sus personajes. Pero cuidado, no nos dejemos engañar por la sencillez que expresa su cine y su personalidad. El arte de Laurent Cantet – al igual que el de Chardin, Rossellini o Pialat – es un oficio de la más alta precisión.

Josué Méndez
Director Artístico del Festival de Cine de Lima PUCP

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